La salud está de moda. La salud y la belleza. Aunque belleza también es salud, escuché decir. Hay que ir al gimnasio, hacerse el chequeo médico, comer full sano, eso sí: evitar las grasas a como dé lugar. Tomar mucha agua, trotar, sí, hay que trotar.
Es que la misión del ser humano del siglo XXI es verse y sentirse bien. Un buen corte de cabello, los chocolaticos. Mira cómo se me marca el trícep: ¿Viste? Hay que ir mucho al médico. Mucho. Aunque no lo necesites, porque nunca se sabe. Hay que tomar calcio, pastillas para la memoria, hierro, zinc. Hay que hacer ejercicios de respiración. Siempre.
Lo que pasa es que también está de moda no creer en Dios. ¡Demuéstrame que existe! ¡Yo no lo veo! ¡Si no lo veo no existe! Y como está de moda no creer en Dios nadie se quiere morir, porque nunca se sabe. Entonces nos obsesionamos por la salud y por disfrutar la vida en este mundo aunque para los pobres niños de Somalia sea inmundo.
Antes, cuando escribí esto, estuve consciente del rechazo inconmensurable que palabras como Dios, Biblia o Jesús generan entre quienes decidieron sumarse al ateísmo. Ahora, cuando usted lee, todavía no sabe qué carrizo intentan plantearle en este texto.





